Promover la vida es la mejor prevención del suicidio

Por Lic. Carlos Martínez [i]

                                                           

                                                     “Para educar a un niño se necesita de toda una aldea”

                                                                                                     Refrán Africano

El próximo 10 de setiembre se conmemora el Día Mundial de Prevención del Suicidio, establecido hace más de una década por la Organización Mundial de la Salud y la Asociación Internacional de Prevención del Suicidio.

El lema de este año es “Prevención del Suicidio: un mundo conectado”

Esto, que dicho así, suena como un evento más de los tantos que pasan lejanos a nuestra cotidianeidad, tiene, sin embargo, un cúmulo de implicancias sumamente determinantes en los vínculos más entrañables y esenciales de nuestra vida humana.

Propongo que para nuestras latitudes el lema sea que no hay prevención del suicidio si no hay un mundo unido, una aldea con intereses y valores solidarios, comunes y acordados. Sobre todo teniendo en cuenta que, en el mundo, las poblaciones que más se suicidan son los adolescentes y los adultos mayores.

Estas reflexiones se conectan directamente con una afirmación, producto de años de práctica clínica individual, institucional y comunitaria: la vida se hace posible de ser vivida en tanto y en cuanto se logre que la misma sea digna. Lo demás será sobrevivir o algo que se le asemeje.

Es el posicionamiento que asumía Francoise Doltó cuando le decía a un padre que el ejercicio de la violencia hacia su hijo era una muestra de su inseguridad y de su debilidad o, también, cuando afirmaba que la principal medida de prevención de suicidio en un adolescente es hablar de la muerte –situación resistida por muchos adultos, padres y docentes, entre otros-.

Parafraseando también al colega Jorge Ferrari, quien en un trabajo presentado en un Congreso Latinoamericano de psicología, provoca y convoca a través de la siguiente reflexión:
-          Pegarle a los animales es crueldad
-          Pegarle a un adulto es agresión
-          Pegarle a una mujer es violencia de género
-          Pegarle a un detenido es tortura…
-          pero castigar a los niños –para muchos adultos- es “educación”.

Existen potentes y extendidos resabios culturales de la violencia permitida hacia los más indefensos. Nada más alejado de la construcción de una vida digna que sea capaz de ser vivida junto a nuestros semejantes, a nuestros prójimos, que no son ni más ni menos que los que están más próximos.
El suicidio es un comportamiento violento, en el contexto de una cultura plagada de “productos y artefactos” violentos de la más variada especie, en escenarios familiares, institucionales y sociales. Es decir que estamos hablando de producciones culturales (colectivas) públicas, nó privadas.

Un subterfugio frecuente en estos casos es deslindar la responsabilidad y el campo de intervenciones posibles hacia el ámbito de lo privado. Nada más alejado de la realidad y del campo de acciones proactivas, comprometidas y eficaces.

Una muestra cabal de la significación de estas afirmaciones es el fenómeno vincular que hoy constituye uno de los desafíos más importantes para padres, profesionales de la educación, de la salud, funcionarios, investigadores y dirigentes sociales: el hostigamiento escolar, también llamado bullying, científicamente demostrado como uno de los principales factores asociados del riesgo suicida.

Allí no se resuelve el problema adjudicando grados y tipos de enfermedad a los actores, hace falta pensar en la aldea como dice el refrán africano. La aldea familiar, la aldea escolar, la aldea barrial, municipal, institucional, ministerial, social, etc… 

Y si no, preguntémonos ¿dónde se aprende, se tolera, se ejercita y se reproduce la violencia desde niños y hacia los niños? Si nos quedan dudas repasemos algunas imágenes; los niños jugando al fútbol en una canchita de la franja de Gaza, desaparecidos por una bomba, los niños del ébola africano, los adultos jóvenes de hoy que cuando niños fueron desaparecidos por el estado terrorista y violados en su identidad, la imagen de aquella niñita tucumana desnutrida que recorrió la tapa de los diarios y las pantallas de todos los noticieros televisivos de nuestro país en los primeros años de los 2000. Valgan éstos sólo como íconos de las múltiples violencias cotidianas ejercidas y publicadas con su consecuente impacto.

Son éstos elementos para la construcción de una vida digna?  Tanto la violencia como la dignidad en y de la vida se construyen y por lo tanto se pueden enseñar y ser aprehendidas, mucho más si la apuesta es, como dice Eladia Blazquez, “Honrar la Vida”

Estos impactos de la violencia que atenta contra la vida involucra lo social, pero tornea cuerpos, intelectos y, por lo tanto, psiquismos. La naciente siempre está en el vínculo, desplegando allí su principal vehículo de reproducción.

Promover el vínculo vital y prevenir todo tipo de violencia, inclusive la autoinfringida, requiere en todo ámbito de relación de, por lo menos, algunas consideraciones:

-          Relaciones interpersonales basadas en la colaboración y el respeto por los derechos y deberes.

-          Resolución de conflictos compartida y corresponsable entre todos los miembros del grupo, institución y/o comunidad.


-          Construcción de normas claras, realistas y consensuadas.

-          Promoción y transmisión de valores que residan en la formación colectiva y/o que al ser elaboradas y acordadas entre todos sean ejercitadas inicialmente por los adultos.


-          Poder compartir el valor de la verdad y la inclusión. Un factor insidioso permanentemente presente en las producciones autodestructivas es la relación entre mentira, ocultamiento, secreto y exclusión.

-          Que la obediencia no sea debida ni de vida, sino fruto del respeto y el reconocimiento.


-          Que la convivencia sea un proceso en permanente construcción basada en las habilidades y en los sueños de cada uno de los integrantes de ese grupo.

Esto no constituye un conjunto de mandamientos y prescripciones, más bien sólo una invitación a reflexionar, dialogar, modificar y acrecentar estas premisas para ayudarnos entre todos a sostener nuestra pequeña aldea en las condiciones acordadas para que la vida sea posible de ser vivida entre todos y de honrarnos los unos a los otros.- 

Cartilla de orientación y prevención para docentes, padres, profesionales, etc:  http://suicidologia.info/web/el-suicidio-es-previsible-y-prevenible-2/#more-663




[i] ( Lic. en Psicología – UBA (M.N. 6634  // M.P. LS 399)  - Fundador y Ex Presidente de la Asociación Argentina de Prevención del Suicidio - Autor del Libro “Introducción a la Suicidología” - Co-Autor "The Oxford Textbook of Suicidology and Suicide Prevention: A Global Perspective" de Danuta and Camilla Wasserman. - Co-Redactor de la “Guía del Intento Suicida Adolescente”, Plan Nacer (Ministerio de Salud de la Nación). - Reconocimiento de la OMS e International Association for Suicide Prevention a la trayectoria y a la investigación - Diseñador y Coordinador del Área Provincial de Intervención en Crisis dependiente del Ministerio de Salud de la Provincia de Santa Cruz – Argentina. - Editor, en conjunto con la Dra. Silvia Rivero, del Portal de la Suicidología Comunitaria Massuicidologia.org)