Integrantes de Infancia en Movimiento formamos parte del Forum Infancias (ex Forum ADD, http://foruminfancias.com.ar/). Es una organización de lucha contra la
medicalización y patologización de las infancias y las adolescencias que desde
2005 viene desarrollando actividades de difusión, docencia, estudio,
investigación, realización de encuentros nacionales e internacionales,
construcción de una Red Federal e incidencia en los espacios públicos de
decisión.
Este texto fue escrito motivado por la creciente sanción de Leyes por patologías que entran en abierta
contradicción con la Legislación Nacional y que en el supuesto afán de ampliar los derechos de niñas, niños y adolescentes clasifican y medicalizan el sufrimiento infantil.
Escrito por Comisión de Educación Forum Infancias[i]
Últimamente, escuchamos a menudo en los
consultorios, escuelas, programas de radio y televisión, diarios y revistas,
frases como: "los chicos no aprenden, no prestan atención, no
paran de moverse, molestan a sus compañeros, se desconectan...no sabemos qué
hacer, son incontrolables, no podemos enseñar...". Rápidamente, desde algunos ámbitos
de la salud nos ofrecen esta explicación:
“lo que le pasa a este niño es de causa biológica, y por lo tanto, la solución
es la medicación.”
Es
habitual escuchar y leer diagnósticos tales como ADD (Desorden por Déficit Atencional), TDHA (Trastorno por Déficit de
Atención e Hiperactividad), DISLEXIA, DEA (Dificultades Específicas del
Aprendizaje), TOD (Trastorno Oposicionista Desafiante), TEA (Trastorno del
Espectro Autista). Todos diagnósticos que son comunicados y luego repetidos
livianamente por pediatras, psicólogos, maestros, psiquiatras, neurólogos,
periodistas, farmacéuticos…
Si bien, en un principio, estos diagnósticos alarman a padres y
maestros, inmediatamente pueden tener un efecto tranquilizador al suponer que
alguien pone un nombre a lo que le pasa a sus hijos y/o alumnos, y lo que es
mejor, tiene la solución específica para aliviar el sufrimiento de todos.
Pero no todo lo que brilla es oro: estos diagnósticos se basan en una
clasificación de signos y síntomas que pueden responder a un sin fin de
problemáticas y que anulan la singularidad de cada niño, su historia y su
sufrimiento. Si en vez de dar por cierto esos diagnósticos clasificatorios pudiéramos
tolerar la incertidumbre, y construir espacios para pensar acerca de lo que le
pasa a este niño en particular, podrían surgir muchas preguntas y reflexiones.
¿En qué consiste un proceso esperable de aprendizaje? ¿Todos los chicos aprenden igual, en los mismos tiempos, con el mismo ritmo?
¿A qué llamamos "problema de aprendizaje" o "problema de comportamiento"?
Tomemos un ejemplo en relación a un proceso de aprendizaje… APRENDER A CAMINAR:
Partimos de preguntarnos ¿todos los niños aprenden a caminar a la misma edad y de la misma manera o cada uno construye su propio recorrido?
Algunos nenes van a gatear un tiempo sobre sus rodillas, otros se
arrastrarán sentados empujándose con manos y pies, otros quizás repten como
iguanitas, y algunos otros ni siquiera gatearán. Hasta que un día, de pronto,
se paran agarrados de la pared o un banquito, con ayuda de un andador o de
nuestras manos y cinturas disponibles, y arrancan a caminar, sin titubeos o
quizás en forma gradual, con más o menos ayuda, algunos antes y otros después
de cumplir su primer año de vida. Estrategias de aprendizaje diferentes nos dan
la pauta de que cada niño es portador de un ritmo interno propio.
Pensemos en otro ejemplo... ANDAR EN BICI SIN RUEDITAS:
Sabemos que cuando los nenes aprenden a andar en bicicleta sin rueditas
necesariamente tienen que caerse y levantarse, perder varias veces el
equilibrio para aprender a sostenerse, a maniobrar sus cuerpos y la bicicleta. Necesitan
que nosotros como adultos les prestemos un sostén acompañándolos con nuestro
cuerpo para luego poder soltarlos. Pero también necesitan que les transmitamos
con la mirada, con nuestro accionar y nuestros gestos, la tranquilidad que
tenemos porque sabemos que terminarán aprendiendo, con más o menos raspones y
pantalones rotos en las rodillas, cada uno respetando sus tiempos...
¿A alguien se le ocurriría consultar a un neurólogo al respecto, sólo
por si acaso? ¿Qué pasaría si apareciera ahora un test que evalúe si tu hijo
está en condiciones neurológicas de encarar el retiro de las rueditas de la
bici? ¿Y si te dicen que necesita de una droga "estabilizadora del eje”
porque sufre de un desorden neurobiológico? Porque eso es exactamente lo que hoy está
sucediendo en relación al aprendizaje y al comportamiento de los niños: SE
PATOLOGIZA el hecho de que cada niño aprende en tiempo y forma diferente; se
busca unificar la manera de aprender, sin tener en cuenta muchas veces las
condiciones escolares particulares (por ejemplo: grupos numerosos en primer
grado).
Con esto no pretendemos negar que
hay niños, familias y escuelas que necesitan que se los acompañe de manera
profesional ante desencuentros y avatares que se producen en los procesos de
aprendizaje y que están generando sufrimiento en los niños y su familia.
Es fundamental entender que la adquisición de conocimientos, cualquiera sea el aprendizaje en juego, no responde a un proceso lineal, simple, en el que sólo intervienen habilidades cognitivas y funciones neurológicas que trabajan de manera "normal" o "disfuncional".
La dislexia, por ejemplo, aparece
como uno de los llamados “trastornos del aprendizaje” más diagnosticados hoy en
día: presentada al público como enfermedad, intenta ubicar en el niño que está
aprendiendo una especie de falla neurológica, sin
ningún tipo de sustento académico ni rigurosidad científica.
Se transforma en puramente biológico un proceso social, cultural,
familiar, donde interviene la inteligencia pero también los afectos, la
historia personal, la situación particular de cada niño/a, de cada familia, de
cada relación especial y única que se da entre ese nene/a y su maestra, sus
compañeros, etc. Se transforma una situación sociocultural de
responsabilidades compartidas en una situación individual producida por una
falla cerebral. También
se desconoce que hay niños que pueden aprender a leer y a escribir con un
método y no con otro o que deben entender el aprendizaje de la lecto-escritura
como una tarea con sentido para poder encararla.
¿Quiénes se benefician instalando este tipo de perspectivas?
No podemos desconocer el poder y el avance de la industria farmacéutica
y los grandes laboratorios que, desde estas lógicas, no paran de vender
medicamentos.
¿Se trata de una genuina preocupación sobre la salud o responde a una
cuestión de mercado?
El arduo trabajo de aprender…
Veamos un poco que implica el proceso de Aprendizaje…
El acto de APRENDER exige actividad y esfuerzo, intervienen la memoria,
el pensamiento, la curiosidad y la atención. Supone un trabajo psíquico en
donde el niño busca apoderarse de algo nuevo, transformarlo, romperlo,
traducirlo a su propio lenguaje, para luego elaborarlo y poder usarlo
apropiándose creativamente de eso, ligándolo con otros saberes.
Deseo de búsqueda, curiosidad, motor de aprendizaje.
Es fundamental entender que el aprendizaje se produce con UN OTRO ADULTO
que acompañe y que dé lugar a que aquello que se transmitió pueda ser
transformado desde las propias lógicas y respetando los ritmos de cada niño. Si
en cambio, se supone que enseñar y aprender consiste en la repetición impuesta
de lo transmitido, se hace difícil que allí se produzca un encuentro placentero
entre el niño y aquello que debe aprender. Puede apagarse de a poco el
motorcito de la curiosidad, aparecer el desinterés, la desconexión de las
actividades, la falta de atención o la búsqueda de conocimientos en otros
espacios (pantallas, por ejemplo).
También es sumamente importante tener presente que para poder aprender
el niño primero debe poder PRESTAR ATENCIÓN, lo que significa poder disponer de
la atención de manera libre. Cuando los niños se encuentran PREOCUPADOS,
ASUSTADOS, ANGUSTIADOS, EN ESTADOS DE ALERTA O TRISTES por ejemplo, es muy
difícil para ellos que la atención esté disponible para APRENDER, pues está
puesta en otro lado. Los estados emocionales y afectivos no pueden quedar por
fuera a la hora de pensar qué le ocurre a un niño que “no puede” prestar
atención. Si los niños “no están pudiendo aprender” no es en sus cerebros donde
tenemos que buscar las respuestas.
¿Trastornos del aprendizaje?
Los niños, al igual que los adultos, deben lidiar cotidianamente con
diferentes situaciones, muchas veces generadoras de angustias, temores,
preocupaciones, malestares. Estos estados afectivos se manifiestan de muchas
maneras y en variados escenarios: en el comportamiento, en los aprendizajes, en
el cuerpo...
¿Qué nos pasa a los adultos (maestros y/o padres) cuando nos enfrentamos
a escenarios donde nuestros niños presentan alguna problemática? Nos asustamos,
nos preocupamos, a veces nos sentimos culpables, nos angustiamos, o nos
desesperamos por intentar resolver cuestiones que no llegamos a comprender.
Sintiéndonos impotentes o desbordados, necesitamos que el problema desaparezca
rápidamente. Como nuestros niños son lo más importante, por ellos y para ellos
trabajamos, corremos y nos esforzamos cotidianamente, si se nos asegura que
existe un método de diagnóstico rápido y una solución eficaz intentaremos
conseguirla.
Aquí es donde debemos estar advertidos y, como dijimos previamente,
hacer lugar a la pausa de la reflexión entre aquello que acontece y el accionar
posterior...que medie el pensamiento allí donde la angustia paraliza.
En este punto remarcamos la
importancia de poder pensar las DIFICULTADES que puedan aparecer en relación al
aprendizaje u otros procesos vinculados al crecimiento de un niño, no como
consecuencia de enfermedades padecidas por quienes aprenden (lo cual etiqueta y
estigmatiza su persona y desempeño), sino reconociendo que hay un proceso de
enseñanza-aprendizaje que se detuvo haciendo sonar alarmas: algo le está
pasando a este niño que es protagonista en un escenario muy complejo en donde
intervienen muchos y muy diferentes actores y variables.
Los procesos de crecimiento implican necesariamente el surgimiento de dudas e inseguridades, tanto en los niños que están aprendiendo como en quienes tenemos a cargo los procesos de transmitir y acompañar. Hay momentos de avance y momentos para asimilar cosas nuevas, momentos de detenimiento y otros en los que se relanza el proceso. Si tenemos esto en cuenta, quizás podremos anticiparnos a estos nuevos y complejos escenarios donde se nos exige a grandes y chicos no sufrir, no equivocarnos, no dudar, no dejar de funcionar y hallar soluciones mágicas y rápidas si algo de esto aparece.
El aprendizaje es una invitación al movimiento constante, a la investigación, a la búsqueda creativa, al descubrimiento con asombro. Sólo con placer, con permiso a pensar diferente, a ser diferente hay verdaderos aprendizajes. Como adultos, sostenerlos y acompañarlos en este camino (a que aprendan a rodar sin nuestras rueditas) es ayudarlos a construir las herramientas necesarias para enfrentar y transitar las experiencias de cada día, resolviendo las dificultades que se les/nos vayan presentando, sin taparlas ni borrarlas con diagnósticos y drogas “mágicas” que anulan la individualidad y originalidad de cada uno, silenciando el sufrimiento sin hacerlo desaparecer.
Es un compromiso y un desafío… Los invitamos a seguir pensando.
[i] Lic . Agustina Beguy, Lic. María de los Ángeles
Cerini, Lic. Albana Petrabissi, Lic. Cristina Zulueta, Lic. Vanesa Irache, Lic.
Paula Horn y Lic. Rosa Silver.